¿RACIONAL O EMOCIONAL?

 

      Entre las dicotomías más habituales de la experiencia humana está sin duda la de “lo racional” frente a “lo emocional”. Equivale al dicho popular de “corazón o cabeza”. Decimos desde niños que el ser humano es un “ser racional”, y es verdad, aunque también lo es que muchas veces, de una manera más acuciante es un “ser emocional”.

      Tenemos las dos facetas, las dos facultades y ambas son esenciales. Nuestra vida mental o “mente” está configurada por las dos capacidades, ya que poseemos una mente racional o mente que piensa y otra mente emocional o mente que siente. Las dos ejercen su acción de forma coordinada, trabajando en estrecha colaboración, aportando cada una de ellas el tipo específico de conocimiento que posee. Normalmente existe un equilibrio entre la mente emocional y la mente racional, alimentandose y ajustandose mutuamente, siendo cada una de ellas esencial para la otra, aunque a veces la mente emocional se apropia totalmente, se apodera de la mente racional, anulándola, en tales casos la mente emocional eclipsa a la racional. Sucede esto cuando nos desbordamos emocionalmente con un arrebato de ira intenso, cuando estamos totalmente paralizados por el miedo o enloquecidos de amor o alegría.

      La mente racional o mente pensante es la que da soporte al pensamiento, a la reflexión, a la elaboración de planes de acción, a la integración de datos provenientes de los sentidos de una forma consciente. En términos evolutivos es muy reciente, ya que se empieza a manifestar con la incorporación de la estructura más reciente del sistema nervioso, el neocórtex o corteza cerebral.

      La mente emocional está más consolidada en el tiempo, tiene más “solera”, por así decirlo. Se asienta en estructuras cerebrales mucho más primitivas y arcaicas, incorporadas al sistema nervioso de animales que, siguiendo una escala de más simples a más complejos, datan de un periodo evolutivo infinitamente anterior al nuestro. La forma en que evolucionó el cerebro, a lo largo de muchos millones de años, es un argumento de peso a favor de que la mente emocional es mucho más antigua y poderosa que la mente racional. El cerebro tuvo un crecimiento evolutivo en el que los centros superiores, de mayor integración, como es el neocórtex, derivan de los centros inferiores, más antiguos, que no se pierden, ya que es un crecimiento acumulativo, en el que la naturaleza construye sobre lo ya creado, no desechando lo anterior, sino aprovechandolo.

      El conocimiento que alberga la mente emocional, las emociones e intuiciones, igualmente es más primitivo y ancestral, tiene mucha más autoridad y transcendencia desde el punto de vista evolutivo, ya que gracias a ellas, a la emoción que es la respuesta de miedo frente al peligro, que constituye la respuesta básica de supervivencia, y a la intuición o conocimiento profundo, fuimos capaces de afrontar muchísimos desafíos y situaciones en las que nuestra vida corría serio peligro; el haber contado en nuestro repertorio con estas respuestas emocionales e intuitivas supuso una verdadera ventaja evolutiva, unas formidables herramientas que nos ayudaron a adaptarnos y a sobrevivir en un medio muy hostil, con muchas presiones a la supervivencia.

      La vida mental del ser humano la componen estas dos grandes capacidades humanas que se asientan sobre estructuras cerebrales diferentes, con distinta edad evolutiva y con distintos circuitos neuronales, aunque interrelacionados. En términos evolutivos se han ido formando y evolucionando a lo largo de cientos de millones de años, iniciándose el proceso en especies muy arcaicas y simples como peces, pájaros, pequeños reptiles, etc. A partir de ellos y hasta el ser humano actual el cerebro ha evolucionado en un proceso desde abajo hacia arriba, desde los centros inferiores más antiguos, responsables de respuestas emocionales más simples hasta los superiores, de más reciente incorporación, que aportan otras respuestas más complejas y sofisticadas. Este recorrido evolutivo de “construcción” del cerebro, que acredita que el cerebro emocional es muy anterior al racional, y que éste deriva de aquél, constata y corrobora firmemente la verdadera relación existente entre pensamientos y sentimientos.